«Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.»
Parece ser que, cuatro siglos después, seguimos repitiendo los mismos errores y paso a paso seguimos optando por mirar hacia dentro, situar nuestras manos en torno a nuestros ojos, como los caballos de tiro, mientras todo arde a nuestro alrededor. Da igual que la idea de Europa esté cimentada en el interés económico, o que a día de hoy este nombre solo sea el recuerdo de una chiquilla de pelo rubio secuestrada por hombres sin escrúpulos en trajes de Paul Smith, o simplemente un cuento con el que entretener a los niños antes de dormir, aquel de la doncella a lomos de un Zeus convertido en toro. Da igual. Ahora que todos los que hablan por y para nosotros, prometiéndonos un futuro mejor, acaparando portadas y canales de televisión y lo hacen en lenguas que no entendemos o escondiendo la única verdad: que lo único que deparará el avenir será un mundo peor para lo que estén por llegar, los ingleses votan y, haciendo gala de su sorna y de ese ejercicio incomprensible que es a veces la democracia, gritan : ¡¡Fuck You, Europe!!
Justo ahora. Mientras, los que no consideramos Europa, o España o Castilla o Segovia, más que un accidente geográfico, de coordenadas aunque real al fin y al cabo, y al mismo tiempo si que nos importa el mundo y su diversidad, ese equilibrio inestable pero fascinante que es la vida en el planeta tierra, nos quedamos mirando en dirección al norte preguntándonos por lo que ocurrirá en el sur, olvidándonos de que el sol sale por el este y se pone por el oeste.Lo han elegido ellos, con mayor fuerza los más viejos, porque se sentían amenazados por algo llamado cambio y que es imparable, a pesar de los referendums, los muros y las ansias por vivir de puertas para adentro.
Estaba claro que el edificio tenía unos cimientos muy frágiles pero, ¿ no es verdad que, por encima de tratados y firmas, políticos y estrategias, Ibex y LSE‘s, debe prevalecer aquello que es más importante? Cada uno tendrá su respuesta, como corresponde, pero hoy el mundo no es un mundo sino una isla donde sus habitantes están un poco más solos, un poco más perdidos, un poco más náufragos. Incluso aquellos que dijeron SI a quemar los puentes.
Ain’t life grand?