Hemos avanzado en algo si en una Transporter y camino hacia un destino vacacional «secreto» —detesto a aquellos que hacen apología vacacional paradisíaca en plan foto Instagram, dos puntos: cada atardecer junto al agua con los que más quiero es una aventura— tres tipos muy distintos y al mismo tiempo unidos por ese cordón umbilical e irracional que es la amistad de más de dos décadas hablan sobre este tema: «Las mujeres no aguantan más ese piropeo vulgar y agresivo al que se ven sometidas por los hombres cuando van andando tranquilamente por la calle a comprar el pan».
Amigo número 1 y probablemente el más inteligente de los 3: ¡No hay derecho! Las mujeres no son objetos a los que se les puede soltar aquello de:¡Tanta carne y yo en cuaresma! ¡Ay qué curvas… y yo sin frenos! ¡Dime quién es tu ginecólogo para chuparle el dedo! Eso es simplemente fruto del machismo imperante y algo inaceptable en cualquier país civilizado. Véase EEUU, los países nórdicos… ¡Estamos tan atrasados!… y no sólo eso, ¡aquí se genera una cultura en torno al piropo fundamentalmente agresivo y machista!
Amigo número 2 sonriendo, pero entendiendo la verdadera definición de feminismo (doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres): Pues la verdad es que tienen mucha gracia… son ingeniosos, aunque hay que reconocer que no tienen por qué aguantarlos… de alguna forma se vulnera la dignidad de las mujeres, y claro, entiendo que estén hartas. A nadie le apetece aguantar a babosos mal follados.
Amigo número 3, mirando al horizonte seco de Castilla: Hombre, las mujeres tienen suerte de haber nacido en Occidente…
Se produce un silencio en el coche. Amigo 1 mira a amigo 2 que al mismo tiempo pone cara rara y en paralelo a la caja de cambios. Más silencio. Amigo 3 se ríe. Amigo 1 se pone colorado de indignación —con algunas cosas no se juega — y mira a amigo 3 sin dar crédito a lo que acaba de escuchar. Amigo 1 se cuestiona qué cojones hace en el mismo coche con estos dos imbéciles. Amigo 2 abre otra lata de cerveza.
Moraleja. Hemos avanzado algunos metros. El debate está en los coches y en la calle y las mujeres siguen aguantando a impertinentes. Esperemos que hombre y mujer, con sus diferencias más que evidentes, logren solventar algunas de las otras que no lo son tanto. Trabajo queda por hacer, al igual que con las putas fotitos del Instagram en las playas de Formentera.