¿ Cuando tienes un hijo…quieres tener otro?

Me despierto con la sensación de que una manada de gallinas ha estado picoteando mi cuerpo toda la noche. Un reguero de baba cubre mi moflete derecho y cuando mi maxilar superior número 11 toca mi maxilar inferior 31, una parte indeterminada de mi boca tiembla, enviando un impulso eléctrico a una columna vertebral «lordósica»cada día más maltrecha por el peso y el paso de los días.

Y es que dentro de unos días y con siete cabrones que montan un corcel negro al ritmo de Mister Marshall, editaremos «Tormenta», un puto disco de una canción que nos ha costado 345 disgustos y una alegría……..y es que, joder, ¿ a quién no se le ha pasado por la cabeza mandar a tomar por culo todo, abandonar a su hijo recién nacido en un contenedor, echar a su perro, ese que deja el suelo del a cocina lleno de pelos, por encima de una valla de una protectora de animales y salir zumbando de allí o directamente decirle a su marido. » mira, que quiero a otro. Mañana te vas de casa y quiero la mitad de todo»?

cartel-mistermarshall

Es por eso que, haciendo un agotador paralelismo, siempre pienso en los corredores de maratones, esos tíos delgaditos vestidos como idiotas y que en el kilómetro 35 se convierten en depósitos de bilis, escupiendo y admirando un paisaje cada vez más borroso, con cientos de flatos pisándoles los talones y sus mujeres esperando tras la verja con el corazón en un puño, y que, por una extraña razón que no acaban de entender,siguen corriendo. Y no solo eso, sino que antes de desplomarse sobre la línea de meta están pensando en el próximo.

¿ Les ocurrirá lo mismo a los padres, irresponsables corredores de maratones familiares sin ninguna consideración por la sobrepoblación mundial? La respuesta la sabemos todos y sin embargo los motivos que nos empujan a seguir haciendo lo que hacemos siguen siendo desconocidos, puntos de indeterminación seguidos de ecuaciones y logaritmos con estrellitas fugaces sobre impresionadas en los ventanales del MGM de las Vegas, aunque personalizándolo todo en mí, para eso mando yo cuando escribo, todo quedará más claro el 1 de octubre. A veces las niñas tienen forma de canción y son unas auténticas hijas de puta que vuelan como tormentas a ritmo de fuzz andino.

 

 

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