Resulta que lo seguimos intentando o al menos nos gusta creer que esa España garrula, que huele a raja de culo franquista y a país «Paoloavasilado» va quedando atrás, deshaciéndose como una caca de perro bajo la lluvia y que, con un poco de suerte, los más jóvenes conocerán un país heterogéneo pero no necesariamente partido en dos: un montón sufriendo y los menos, callando. Pero cuando había algo de esperanza en forma de rayo de luz imaginario, tenía que aparecer Maria Teresa Campos y su familia para rebozarnos por la cara, con esa piñata y un maquillaje similar al de los utilizados en tanatopraxia , su mensaje de estas navidades: los sentimos mucho queridos pero nos queda cuerda para rato, a joderse.
Mi colega Iván, productor en ciernes y amante del lado oscuro del corazón y de lo otro, me llamó con voz temblorosa.
-Tío, ¿estás en casa?
-Si, ¡qué pasa! ¿ Todo bien?
– Pon Telecinco.
-¿Estás pedo?
-Ponla……y pilla una palangana para las nauseas.
PI pi pi pi pi pi pi….
Encendí la tele de la cocina y respiré hondo, imitando a un exterminador de cucarachas que se prepara para abrir ese hueco detrás de la nevera. Y lo vi.
Era horrible. Maria Teresa Campos y Terelu y una hermana con papada y muñequera color carne para un desgarro ( en la muñeca), un calvo con cara de ministro y pelo largo en la nuca, Bigote Arrocet con traje y caspa en lugar de purpurina cenando en un comedor – suponemos finamente decorado por la anfitriona- donde los platos eran servidos por una peruanita con cofia «Made in Purificación García» y unos candelabros dorados añadiendo a la escena un toque de realismo sucio y casi mágico. Ah, y copas de oro bañado.
Hablaban de porras, de churros, decían tacos ( porque son muy naturales y cercanas ellas dos, los demás callaban), y Terelu iba y venía a la cocina para controlar la temperatura del pavo en escabeche. En ese momento mi cabeza daba vueltas a toda hostia pero entonces se produjo la escena más terrible: la hijísima se introdujo un trozo de carne con cebolla en la boca y, sin masticarlo ni nada, tomó la palabra con ese acento malagueño a dos manzanas del Viso. La cebolla se plegó en su labio y la silicona se movió desafiando la gravedad al compás de las idioteces proferidas por la boca, que recibía órdenes de un cerebro con la textura de un «flash» de fresa medio caliente.
No pude soportarlo y apagué la tele. Miré por la ventana y luego al cielo. Ahí, en mitad de la noche había una estrella titilando. Cerré los ojos y con todas mis fuerzas pedí mi deseo para el 2017. Si en USA, país donde va a gobernar una rubia con cierto retraso, los periodistas más populares son gente de la talla de Anderson Cooper o Jon Steward, aquí en España……Con todas mis fuerzas.