Los lunes son días confusos, mezcla de depresión y luz filtrada por una nueva semana de vida en la tierra, origen de algunas de las preguntas más inverosímiles a las que podrías hacer frente en este momento de agonía existencial : ¿por qué Dani Martín se empeña en sacar más discos? ¿Es el coronavirus un nuevo modelo de tiara de Swarovski? ¿Con qué mezcla la cocaína tu camello? Pasado el momento de crisis te viene a la cabeza lo que tus ex pensarán de ti ahora que tienen la suerte otorgada por la tan necesaria distancia redentora.
El caso es que hay cierta información a la que uno no debería acceder nunca y, sin embargo, una vez asimilada resulta muy útil. Primero que hace unos años tú te veías como alguien profundo, «cool», siempre con un libro en la mano y una nueva canción entre los dedos, y ella en cambio, no podía entender cómo eras tan terriblemente pretencioso, un «subidito» más con ambiciones de Nobel que no habría pasado el corte de la primera ronda de «Saber y ganar». En definitiva, un flipado. Dada la diferencia de edad que os separaba no dejabas de ser su novio viejo, precisamente porque a ella le gustaban mayores y claro, conformarse con echar uno al día le generaba muchísima ansiedad.
¿Y qué decir de la que tuvo que aguantarte en tu periodo universitario? Probablemente acarició tu mejor momento, el de la electricidad y los pantalones «cagados» y a cambio no le dejaste más que una sensación de pérdida de tiempo irrecuperable. ¿Y la que te veía como el hombre más sexy en la faz de la tierra? Eso es porque no se ha cruzado contigo en un probador del Bershka junto a tu actual mujer y el carrito de los niños. Lo dicho, con una espiral de pensamientos así los lunes son peores todavía. ¿Feliz? semana, corazones.
