Resulta que Dabiz Muñoz, ‘enfant terrible’ de la cocina de vanguardia y superviviente de un posible caso de coronavirus, ha experimentado la pérdida del gusto y el olfato. Este síntoma, molesto para cualquier aventurero del sabor, adquiere especial relevancia en un ninja de los fogones, siempre parapetado tras un cuchillo que corte, los dos sentidos extraviados (y alguno más), y esa combinación precisa de fe e instinto, ni muy líquida como una sopa ni muy espesa como una crema.
La cuestión es que al igual que 7.500 millones de bocas terráqueas —la enfermedad no entiende de estrellas ni umamis—, Dabiz echa la cuarentena en su cocina y de paso comparte algunas de las recetas más sabrosas de las últimas décadas, más aún si tenemos en cuenta que ahora no nos queda más remedio que ser cocineros y comensales, actores y directores de nuestro menú diario pasado por casa.
Y el móvil enfoca a un niño en la cáscara de un hombre, malabarista de oriente pasado por el filtro de La Elipa, cortando zanahorias y tomates grosso modo, con un set de palillos lacados, todo crujiente por fuera y jugosito por dentro, y el placer de cocinar para dos mientras los demás te miran se transforma en un kit de papilas gustativas bailando claqué. Son apenas cinco minutos de vídeo, tiempo suficiente para entender que si Dabiz fue capaz de perder el sentido del gusto y disfrutar, el mundo podrá recuperar el hambre. Gracias, chef.
