Satélites en lugar de estrellas

Descubro en la última película de Steven Soderbergh que en 2019 fueron lanzados al espacio sesenta satélites, los primeros de una futura megaconstelación para suministrar Internet a todo un planeta al fondo de la imagen. El genio tras la idea, ese hombre bicentenario con la cara de un ciclista en un túnel de viento, rompía así una relación suspendida en el tiempo desde la noche en la que el hombre decidió mirar las estrellas para encontrar su brújula terrestre. La herencia del firmamento y sus figuras mitológicas se convertía, apretando un puto botón de poliuretano, en la mayor demostración de que nada está a salvo de nuestra garra suave, ni siquiera aquello que brilla a millones de años luz. De tanto concentrarnos en las cosas del más acá dejamos de mirar el cielo tal y como fue inventado. Bueno, dejamos no, nos lo birlaron ante nuestros ojos de gata.

Superado el trauma —no es fácil asumir que Homero, Cleopatra o Rutger Hauer fueron unos privilegiados por soñar despiertos bajo la luna luna— y leer por encima artículos sobre avistamientos de estos satélites, llegué a la conclusión de que así ha sido siempre, que las cosas ca-cacambian y los nacidos en 2020 —hace falta valor para ello— sólo habrán conocido una mecánica celeste en la que se mezcla Aldebarán con emisores de alta frecuencia, deshechos en órbita con el cinturón de Orión y claro, nuestros recuerdos serán, precisamente, esos cuentos para dormir, lágrimas en el telescopio del tiempo.

Quizás el romanticismo no se encuentre en preservar la realidad en formol, sino en la certeza de que otros vendrán para admirar con chandal un paisaje distinto, distorsionado por el progreso, pero todavía virgen en lo que a posibilidades se refiere, más que ayer, aún menos que mañana. Al fin y al cabo hay millones de galaxias esperando a ser descubiertas, el bonsái de Azuma Makoto sigue flotando en el espacio, y contemplar el universo sigue siendo, junto a la música y el amor, lo único que nos aferra a la vida en la Tierra.

Ilustración: Hiroshi Nagai

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