Un beso contra la homofobia

Sirva esta portada como muestra. En realidad, muchos ven lo que sólo se intuye y, sin embargo, permanece en suspenso. De ahí la importancia de compartir el instante previo al roce de unos labios, acción que ni siquiera puede considerarse completa, aunque incluya su inercia, presión y humedades. Así somos, tendentes a la crítica y la bilis frente al contacto de las bocas de dos chicos. ¿Sería diferente en el caso de dos chicas? ¿Y si fueran un chico y una chica o cualquiera de las construcciones sociales asociadas al género? El odio también se esparce alrededor de El País, periódico sometido a los vaivenes del poder que busca la provocación a través de (redoble de tambores) ¿un beso?

Porque tal y como van las cosas si hay algo que debería hacerse a vista de todos, en la calle, en los parques y las gasolineras, es besarse. Pero lento y rico, con lengua y un poco de aire, y aún más sabiendo lo que les ofende a algunos. La lucha contra la homofobia y esa confusión entre la normalidad y lo común debe librarse con la firmeza propia de los morreos bien dados, un símbolo de amor que une a los protagonistas y separa a los observadores. Por eso lo hacemos con los ojos cerrados, para olvidar que en pleno 2021 es la mejor manera de protegerse de la vulnerabilidad y la ceguera.

Fotografía: http://www.pablozamora.net

¿Habéis sido buenos?

Son pocos los que ante la pregunta del día podrán responder que sí… sin mentir. Y es que ser bueno cuesta, como la fama, pero en su versión humilde desprovista de likes. ¿Medio bueno? ¿El de 300 gramos relleno de chantillí? ¿Todo el año excepto en Nochevieja que salí a tope porque la vida era una peli de Haneke? Cada uno que haga examen de conciencia teniendo en cuenta que, en general, nos hemos portado peor que otros años. Sin embargo, el 5 de enero es la excusa perfecta para volver tener la edad de nuestros hijos o sobrinos y desear aquello que no se puede conseguir: el viaje a Punta Cana para dar envidia, la Nancy un día con mascarilla por menos de 15 euros, la pistola Nerf del Fortnite con balas de verdad… Tú pide que los reyes magos andan atrapados en el puerto de Navacerrada entre madrileños con la mirada de Nacho Cano.

Lo único seguro es que en esa carta repleta de imposibles destaca el regalo perfecto para el pensionista y la enfermera en prácticas, para desempleados y futbolistas, para rojos y devotos del niño Jesús: los lápices de colores y por favor, que se acabe la pandemia. Frente al dominio de juguetes y colonias, volver al pasado tiene algo de heroico, precisamente porque se hará realidad en el impreciso horizonte del futuro. Además, este año pedir por los otros no es algo que se haga para quedar bien, sino para poder abrazarse o echar un polvo con la seguridad de no pegarle nada a nadie. ¡Cuánto se echa de menos compartir el vaso!

En todo caso, las postales más interesantes son aquellas que nunca llegaron a escribirse, las de la improbabilidad de recibir algo invisible e intangible, que sólo se anhela y nos eriza los pelos del brazo bueno. Reconforta pensar en millones de mayores y pequeños apagando la luz de la mesilla de noche, cubriéndose con el edredón del Ikea y deseando el fin del virus antes de cerrar los ojos. Algunos no tienen tiempo de hacer el bien, pero nadie es malo cuando sueña.

Ilustración: Berk Öztürk