La Luna de la Cruz Roja

La comunidad científica está de acuerdo. Hace 4.500 millones de años, un planeta vagabundo y sin destino chocó contra la Tierra. El impacto propulsó al espacio fragmentos envueltos en vapor. Polvo, rocas ardientes y gas quedaron atrapados en la órbita terrestre. Al enfriar y solidificarse formaron una esfera: la luna. La foto de Luna, la voluntaria de la Cruz Roja consolando a un senegalés sin nombre ni patria, confirma la insistencia de la historia por volver a repetirse. A peor.

Ante la violencia que su abrazo suscita entre las facciones más rabiosas del género humano, ella, de Móstoles en Ceuta, veinteañera, decide desaparecer, igual que el satélite en las noches más oscuras. Porque ya se sabe que las fases lunares afectan la actitud de los terrícolas, sobre todo cuando es llena y con chaleco. Ayer fue el caso.

Así Luna atrajo a las mareas. Una alta y afectuosa; otra baja y plagada de desechos, plásticos y cascos de barco sin tripulación ni ventrículo. Queda demostrado que cada uno ve lo quiere cuando mira al cielo o las fronteras. Resulta que en 2021 el amor bien entendido, sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno, también es política. Y de pronto, el día se convierte en noche cerrada… hasta la próxima Luna, hasta el próximo gesto de garra suave y esperanza.

Ilustración: Alessandro Gottardo

Los invasores

A los invasores siempre me los imaginé fieros, uniformados, sedientos de sangre. Llegaban de noche, empuñando un cuchillo y dejaban un rastro de sangre púrpura. ¡A las casas!, gritábamos por las ventanas. Había que esconderse rápido, de lo contrario la muerte y la desgracia envenenarían la tierra, la nuestra.

El día de la invasión se acercan a nado desde el otro lado de la frontera, una línea dibujada en algún despacho. El mar en calma, la vida en una brazada y al borde de la orilla. Nadie nos dijo que vendrían sedientos, en ocasiones al borde de la muerte. Qué raro, aspiran a una vida normal, no a borrar la historia, y así nos lo agradecen.

El invasor ocupa el país por la fuerza y se desploma. Una traidora de la patria le da de beber, le envuelve con un gesto fieramente humano. Los dueños del agua son la sed del que necesita hidratarse. La invasión era esto; un abrazo, un salvavidas. El enemigo está dentro de nosotros, lo juro.