Pablo Casado no entra dócilmente en la noche

«No entres dócilmente en esa buena noche, que al final del día debería la vejez arder y delirar; enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz». El mundo no ha cambiado tanto desde que Dylan Thomas se dedicara a decorarlo. Ahora, en la modernidad mal entendida, asistimos a un renacer de las sombras como el valor indispensable para conquistar al pueblo, o más bien sus votos. Reconozcámoslo; la democracia es una urna sombría, de ahí que se premie a la Isabelita, la más graciosa de la clase. Siempre con algo mascado y para todo dios, y si es una gilipollez estupendo porque viaja a la velocidad de la luz. Entonces llega Pablo Casado con su «a la izquierda sólo le gusta la energía solar. Y a mí. Pero es que antes de ayer, a las ocho de la tarde fue el pico de consumo eléctrico y a esa hora, no sé si estabais por aquí, no había posibilidad de que emitiera porque era de noche». Y a tomar por culo todo.

Fijaos en el ritmo interno de estos versos. Agitan la sombra de la duda que apaga las luces, las de Iberdrola y las de un mocoso que interroga a su padre sobre el misterio. Sí, hijo, el mundo es un enigma, también para los adultos. Sin embargo, Casado tira de lógica de partido. Y claro, si esa es la lógica de un futuro presidente, ¿cuál será el reverso tenebroso de un país? Entonces uno llega a la conclusión de que las cosas son lo que queremos que sean y que quizás, sólo quizás, tenga razón. Da igual. La verdad importa más bien poco y a esa hora ya había anochecido, también en la mitad pepera del planeta. ¡Pablito, presidente del país de la alegría! De noche se saca los estudios.

Dylan Thomas llamaba a la rebelión de hombres graves y buenos, padre incluido. Creo que fue demasiado ambicioso. La inteligencia y la claridad escasean más que los microchips y los semiconductores. Se venden mal, poco y tarde. Puede ser que la cercanía de la muerte nos apague y nos revuelva, pero merece la pena ir ardiendo con un par de pupilas ciegas, brillantes como meteoros y cohetes amarillos. Ayudan a entender que los necios deciden mientras los sabios deliberan… ante la inminente llegada de las sombras. Así no hay forma de entrar dócilmente en lo que venga. Buen día muy noche.

Ilustración: http://www.charliedavisillustration.com

Las dos caras de la misma mentira

Lo más fascinante de la mentira es su capacidad para llevarnos lejos. El problema es volver, aunque en los últimos años muchos se han labrado una carrera reforzando las convicciones más erróneas de otros muchos, como si de pronto esos supuestos iluminados fueran capaces de moldear la realidad para adaptarla a nuestra propia conveniencia, una forma de mentira elevada a la categoría de hoja de ruta. Y así, el tiempo cumple con su cometido y despeja las dudas, derrite lo que la franqueza esconde. Entre la sombra y el claroscuro aparece el flash sobre las dos caras de la misma mentira, estadísticas mediante.

Por primera vez el doctor Jekyll y señor Quirón, el crimen y la huída en coche, el villano y su madre, en definitiva, la sintonía entre pares complementarios y dependientes confluyen en la cara de Santiago Díaz Ayuso, a la derecha, e Isabel Abascal Conde, más a la derecha si cabe. Porque a veces hay que ver para creer, sabiendo que la mentira jamás se deshace, ni siquiera con la vela de la verdad por delante. Mismo iris, boca sin complejos, cejas en forma de gaviota y cruz gamada a media hasta. Entre medias, una mujer en el cuerpo de un fascista y un hombre en la cabeza de una disfrutona.

Nos queda la duda de saber qué piensan de verdad los dos responsables —merecen el calificativo aunque cueste— de convertir la ficción en titular diario, la política en bidones de gasolina y la insensatez en argumento político inapelable. Verlos así, en odio y compañía, nos da una idea más clara de que el antagonismo de su dualidad se resuelve con un voto que los equilibre y deje fuera. No a Vox ni al PP. Nunca.

Ilustración: Rafael Mateos