Muchas veces, somos así de ilusos, creemos que ciertas cosas son para siempre: el imperio romano, la imbatibilidad de Nadal con su nuevo pelo, la vida en la tierra… (la lista es infinita porque infinita es nuestra ignorancia) y sin embargo, cada cierto tiempo, que no responde a semanas o meses, surge alguna figura imprevista e incómoda en nuestro país que tiene el «atrevimiento» de decirnos cómo son las cosas de verdad, ¡a nosotros, los españoles, herederos de un imperio ya marchito en el que no se ponía el sol! Pero ¡quién se habrá creído que es! Insolente…
Ejemplos:
- Uno de los hispanistas más respetados del mundo y experto en la Guerra Civil, Lorca, Dalí, etc, es Ian Gibson, irlandés nacionalizado español y poseedor de un léxico que ya le gustaría a Carlos Herrera.
- Jóseph Pérez, tan francés como el armañac a pesar del vulgar apellido, sabe mucho más y mejor sobre nuestra cultura que el 99% de los nativos que pueblan nuestras calles cargados con bolsas del Primark y que giran la cabeza cuando dices ¡Paco! en alto.
- Y el último que nos ocupa —la lista es tan infinita como nuestra ignorancia, algo ya mencionado más arriba— Glen Murray, el americano «tocapelotas», oriundo de los U.S.A. pero con la mala lecha de un valisabinense en plena poda, y que ha sido la única persona que ha dado visibilidad a uno de los grandes problemas que se ciernen sobre la ciudad de Segovia: que cómo siga así la cosa, el Acueducto, ese viejo trozo de piedra (que ni luce de noche, no como el anuncio de Schweppes en la Gran Vía) y que ya no lleva a gua, se va a caer.
Y no se sabe muy bien si lo que nos jode es que nos digan que, por culpa de nuestra irresponsabilidad (para eso están los movimientos ciudadanos si los políticos tienen otras cosas más importantes que hacer), una de las pocas maravillas arquitectónicas romanas que contiene este mundo y por lo tanto nuestra ciudad, se deshace por culpa de los autobuses y los conciertos de música tirando a mala o que lo haga un extranjero con bigote moreno y perilla blanca y acento de Florida, lo que significaría que, como casi siempre, llegamos tarde y otros se llevan la gloria o que nos importa más que los segovianos tengan que andar cinco minutos desde la Plaza Oriental hasta la Plaza Mayor que mantener a toda costa la principal razón por la que miles de turistas y curiosos se desplazan miles de kilómetros cada día.. .total si siempre ha estado ahí, ¿verdad, Trajano?
Por eso desde mi despacho en la cima del mundo le pido al numismático que llegó del oeste que continúe con su batalla y que si necesita algo que sepa que cuenta con mi hacha, mis palabras y mi profundo rechazo por la mala gestión política, sea del color que sea. ¡¡¡Y que viva Roma y sus putos inventos!!!