Fantasías sexuales en Japón que ni los japoneses sexuales se atreven a confesar

Lo que vas a leer aquí no aparece nunca en las publicaciones al uso, ni en las guías de viaje tipo Lonely Planet, ni en el Playboy «pre-autocensurado», ni en el Google en español o en inglésni siquiera en las conversaciones de los «japonofílicos» obsesionados con recibir descargas eléctricas en forma de ANIME, porno pixelado, braguitas usadas cuidadosamente empaquetadas y hoteles del amor en los que te puedes grabar mientras penetras a tu mujer, novia o amante y después llevarte el CD a casa. NO. Como diría Jarvis Cocker: Esto es Hardcore, baby.

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  • オナニークラブ (Onani Curabu): Onani es masturbación y Curabu es club pronunciado como un verdadero japonés. Se trata de locales en los que uno va a cascarse una paja mientras una señorita le mira de cerca con la misma frialdad con la que un ginecólogo le hace una revisión periódica a cualquiera de nuestras madres. Por supuesto, las relaciones sexuales no se permiten y si eres extranjero no eres bien recibido… o eso me contaron.
  • 耳かき (Mimi kaki): literalmente limpieza de oído. Hasta aquí algo extraño pero nada del otro mundo, pero ¿y si añadimos en la ecuación a una señorita en kimono, con pelo decolorado de jineta, perfume del Bershka, que coloca tu cabeza sobre sus rodillas y te hace un profundo y suave trabajo en tus orificios auditivos y después lo que estés dispuesto a pagar? También me lo contaron y además presencié que la cera de los oídos oriental es grisácea, en oposición al naranja europeo. Asqueroso.
  • 痴漢電車 (Chikan Densha): tápense los oídos ya limpitos porque este es el «tren de los pervertidos». Se trata de un club donde se recrea fielmente el interior de un vagón de tren (paradas por megafonía incluidas), colegiala (mayor de edad) a elegir en un menú entregado en la entrada, y ahí el cliente pues se restriega, juega con sus braguitas… en fin, 130 euros te separan de esta fantasía ferroviaria.
  • ピンクサロン (Pinku Saron, el saloon rosa): es un burdel decorado como el célebre personaje de Friz Freleng en el que se realizan felaciones y, como mucho, actos sexuales sin penetración mientras disfrutas de un plato de Ramen o un Onigiri. Cualquier cosa para esquivar la palabra prostitución y sueldos miserables para las performers…

Es una realidad. Los hombres fantasean con estas cosas y las mujeres las ejecutan sin levantar la voz, escupiendo pelo púbico, sin enfermedades de transmisión sexual de por medio y embarazos no deseados. Tan fascinante como la certeza desoladora que se cierne sobre el ser humano: podremos acabar con el soñador pero nunca con el sueño.

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