Pollas

Después de muchos años conviviendo entre seres humanos, hombres, mujeres, algún caniche asqueroso y ningún niño menor de un año y medio (tiempo suficiente para que adquiera el aspecto de una persona «normal»), puedo decir que las pollas apenas cuentan para nadie, ni siquiera para los portadores de las mismas… Me explico:

  • Los hombres cuando hablan de su rabo en realidad se refieren de manera oblicua a su hombría, ese macho alfa que muchos detestamos pero que cuenta con cierta representatividad entre ciertos grupos (sobre todo los segovianos) y que se materializa en un órgano feo, por momentos desagradable, con forma de plátano, hongo, pene-coño, pene-lápiz, en curva… Es solo pensar en un tío en pelotas empalmado y uno no puede evitar descojonarse, tener una arcada o que se te haga la boca agua (esto los menos pero muy guarros). Por otra parte retiro todo lo anterior si el pene erecto en cuestión no mide más de cinco centímetros en cuyo caso «Houston, tenemos un problema».
  • Las mujeres no se suelen fijar en esa parte del cuerpo excepto cuando la introducen en su boca, en su culo o en la vagina, un hecho insignificante en relación a todo lo que abarca la sexualidad, ámbito en el que todo vale y el tamaño… pues eso, pero nos apañamos con lo que hay. Por supuesto, una cosa a evitar para los tíos: nunca enviéis una foto de vuestro rabo por la mañana o sin petición previa porque es algo que le estropea el desayuno a cualquiera. Mejor un poema guarro y con rima consonante utilizando verbos de la primera conjugación, como las letras de Sidonie. 
  • En relación con el punto anterior, probad con esto mejor: 

Un último consejo: nunca utilicéis la palabra pene, algo que estaría en boca de Pablo Casado o Teo García (¡picaruelos!), y emplead la palabra polla. Si en cambio os decantáis por la primera opción (tan blanda) veréis que los niños se ríen, las monjas se tapan la boca, los perros mueven la cola y los mayores recuerdan tiempos pretéritos, mucho más duros y en los que el condón y las enfermedades de transmisión sexual eran cosa de pobres, y comer se refería a patatas, alguna rata de agua y nunca un miembro viril. 

Retomando lo de la foto. Si finalmente te decides a enviarla asegúrate de que esté tomada desde abajo para que parezca más grande y voluminosa. Es preferible hacerlo antes de publicar por enésima vez lo maravillosa que fue tu comida de ayer…

¡RESPETAD LA POLLA, DOMAD EL COÑO,  ADORAD LA MENTE!

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