Tigretón VS. Pantera Rosa

“En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar… el recuerdo se hizo presente… Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena… apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles…”

Solamente un francés igualmente emperifollado que pretencioso, de ojos con la forma de un submarino varado y bigotes de morsa podría dedicarle un recuerdo tan vivo y profundo a una jodida magdalena (pronunciado madalena). ¿En eso consistía su niñez? En este país, la gente de mi generación —que condena en el imaginario colectivo y no en el ámbito legal a las princesas aunque sean culpables— tenemos dos recuerdos (en realidad uno dependiendo del bando en el que te toque vivir): Pantera Rosa o Tigretón.

En ese sentido no vale decir aquello de que me gustan los dos. Qué va. O te decantas por el gusto afrutado con un toque de crema y color de frigopié a base de grasas vegetales (bien de palma, como los duques) lecticina de soja, sorbitol y glicerina, gasificante E-500ii, colorantes (E-120, E-160c, E-170 y E-161b) o eres más de sensaciones fuertes, jarabe de manzana y melocotón (ahí está el puntito) con chocolate que se parte en pequeñas láminas de COLORANTE (E-150d, E-120, E-160a) más MONO y DIGLICÉRIDOS DE ÁCIDOS GRASOS. Algo parecido a la rivalidad Madrid-Barça en el ámbito alimentario, pero con componentes altamente cancerígenos (en ese sentido Florentino lo es un poco también).

tigreton

Así es. Los franceses comían dulces caseros, preparados con el amor de adorables ancianas que calentaban la casa con madera de nogal, y los pobres españoles nos atiborrábamos de bollería industrial. Ahora han vuelto y el paquete de tres unidades está un euro en el Carrefour. Y uno, que va a la moda con su cesta cargada de alimentos sin gluten, verdura, leche de soja y anacardos (son buenísimos para la circulación) no puede evitar salivar ante el mostrador. Al final, le dan por culo a la dieta y compro tres Tigretones porque yo soy muy macho, tengo poca personalidad y además me encantan las rayas… de los felinos. Muerte a la Pantera Rosa. Viva el Bony.

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