Conversación real grabada con dispositivo oculto.

Jordi Cruz: Pues resulta que ahora tengo que pagar a los chavales que están aquí aprendiendo…¿no te jode?

Periodista de incógnito: La verdad es que estos periodistas no tienen ni puta idea de lo que dicen. Con tal de vender periódicos…

Jordi Cruz: Ya te digo. Se olvidan de lo más importante: trabajar en mi restaurante es un privilegio, su pasaporte para que el día de mañana puedan tener su propio restaurante y cambiar el mundo. Además solamente tengo 14 becarios que en comparación con los de Can Roca son nada…es que me pongo de una mala hostia…

Periodista de incógnito: ¿Cuántos tienen en el Celler de Can Roca?

Jordi Cruz: Pues unos 25 pero su beneficio es de casi 2 millones de euros. Nosotros apenas llegamos al millón.

Periodista: Ya…

Jordi Cruz: Mira, sin becarios puedo hacer perfectamente mi trabajo. Salen de la escuela sin saber nada y la mayor parte del tiempo se la pasan pelando shitake o mirando al infinito.

Periodista de incógnito: Entonces, ¿por qué tienes becarios?

Aquí Jordi Cruz se levanta de su sillón de piel de vaca, pisa la alfombra clónica de la alfombra perlada de Baroda regalo de Ana Rosa y observa el «skyline» de Barcelona desde el enorme ventanal de su dúplex totalmente renovado. Sus becarios nunca se han quejado así que no entiende el revuelo que se ha generado. Mira su reflejo en la ventana y se coloca el pelo. Hoy está especialmente guapo. Irresistible.

Jordi Cruz: Porque ofrezco un servicio de excelencia.

Periodista de incógnito: ¿Eso que significa?

Jordi Cruz: Que soy un artista, a ver cuando se da cuenta todo el mundo. Ignorantes.

Jordi mira de nuevo su reflejo. La Sagrada Familia, el mar, la casas, todo se difumina hasta desaparecer. Solo existe su cara en la ventana. Se corre para dentro y sonríe.