La Haka de los «All Blacks» y la cara de la princesa Leticia

Me pilla en el gimnasio, rodeado de tipos en camiseta XXS mostrando pezón y mujeres levantando pesas con efectos visibles de cintura para abajo. Están allí, dentro de televisiones sobre bicicletas estáticas con olor a sudor. Cuatro hombres de enormes pectorales a punto de romper sus trajes comprados para la ocasión, recibir el Premio Princesa de Asturias del Deporte.  

Cuatro «All Blacks» como «Hombres de Negro»rompiendo el aire y el previsible protocolo con sus movimientos sincrónicos encaminados a construir su capacidad espiritual, física e intelectual y elevarla hacia algo que no llegamos a comprender, pero que se sitúa por encima de nosotros. Y me estremezco e incluso tengo ganas de llorar al  entender lo que dicen, como si la respuesta para España, para Europa, para el mundo en definitiva, se encontrara, precisamente, en esos gigantes de orejas deformes, los no civilizados, los hombres greñudos con tatuajes cubriéndoles la cara.

kia rite! kia rite!                                    ¡Preparaos! ¡Preparaos!

kia mau, hi!                                           Manos en la cadera, doblad las rodillas

Tinga ringa pakia                                  Golpead los muslos con las manos

Waewae takahia kia kino nei hoki      Golpead el suelo con los pies lo más fuerte que                                                                                                        podáis

kia kino nei hoki                                    Lo más fuerte que podamos

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Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!   ¡Muero! Muero! Vivo! Vivo!

Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!   Muero! Muero! Vivo! Vivo!

Tenei te tangata puhuru huru           Se trata de los hombres greñudos

Nana nei i tiki mai                              que fueron a buscar el sol

Whakawhiti te ray                              lo hicieron brillar otra vez

A upa… ne! Ka upa…ne!                    Un paso hacia adelante! Otro paso más!

A upane kaupane whiti te ra!            Un paso hacia adelante, otro más, el sol brilla!

Hi!                                                           ¡Atrás!

Y terminan su danza ritual entre las risas tímidas de los presentes, y no puedo dejar de preguntarme quiénes son los verdaderos salvajes: la realeza de plástico de la cara de Leticia desprovista de emoción por culpa del bótox o estos salvajes que forman una unidad indivisible por encima de nuestras cabezas, de los televisores, de nuestra ciudad a oscuras, del planeta Tierra.

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