No hay nada sagrado. Absolutamente, nada. Ni siquiera la familia, base inmutable de nuestra existencia, debe esgrimirse como razón para que no se imparta justicia porque ¿realmente vale más la pena (y la muerte) de un individuo llamado Franco que las vidas de unas 40.000 personas, número de cuerpos que se calcula que yacen bajo la cruz que atraviesa las tripas de El Escorial?
Resulta que sí, que en España —lugar en el que los muertos están más vivos que los muertos del resto de países—, todo el mundo quiere recuperar los restos de sus familiares, del bando que sea. Todos a excepción de la familia del dictador que acaba de firmar el acta notarial por la que se niega a la exhumación del «Bicho», «Paco el rana», o como se refieren a él algunos con cierto tufo a naftalina en las solapas de la chaqueta: el GENERALÍSIMO.
—Es que era la voluntad de Carmen, que quería muchísimo a nuestro abuelo— dicen los nietos en un intento de imponer el amor y el deseo de la Generalísima caprichosa al del resto de familias que lo único que saben a ciencia cierta es que los cráneos de los suyos sirven de amortiguación ósea a ese parque de atracciones para nostálgicos, curiosos y estudiantes que no entienden todavía muy bien para qué sirve tanta cantidad de piedra sobre piedra… Será porque España es diferente.
Al final uno llega a la conclusión de que sólo es posible mirar al futuro echando la vista atrás, intentando entender el dolor de los que a estas alturas ya se conforman con enterrar a Federico en el cementerio del pueblo y dormir tranquilos, admitiendo que en casos así nunca hay soluciones que satisfagan a todos, que el legado de Franco sigue vivo en las entrañas del PP, que muchos se quedarán sin poder escupir sobre la tumba del dictador, que Luis Alfonso se toca con su mujer en la habitación de al lado y que España nunca fue ni grande ni libre, pero todavía tiene la oportunidad de ser un poco más humana… aunque les joda a los Franco, a los March, a las Koplowitz, a Villar Mir y al resto de triunfadores del IBEX 35 que le deben tanto a la guerra y los pantanos.
Reblogueó esto en Los lunes cítricosy comentado:
Resulta que sí, que en España, lugar en el que los muertos están más vivos que los muertos del resto de países, todo el mundo quiere recuperar los restos de sus familiares, del bando que sea, todos a excepción de la familia del dictador Franco.
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