Parece mentira que no se hable más de Luis Miguel en España. Quizás sea en parte porque aquí tenemos a Julio Iglesias, que en realidad es de Miami —a juzgar por el bronceado y el esperma— y porque Miguel Bosé copó en su momento el mercado infantil, juvenil, senil y patrio con ese aspecto mitad bailarín de ballet en las fiestas de Valsaín, mitad heterosexual con todos los tics asociados al artista gay, véase guapo a rabiar, cierta tendencia al histrionismo escénico y verbal, e hijo de padre muy macho muy macho y una madre con el pelo azul… ¿azul?
Ahora podemos disfrutar de toda la carrera de este eterno efebo gracias a la serie (no autorizada) de Netflix basada en su vida y os puedo asegurar que no tiene desperdicio.
En primer lugar por el pelo de Diego Boneta, actor solvente, que clava todos y cada uno de los estilos capilares de mi héroe de adolescencia: liso y rubio como un querubín (obviamente interpretado por otro actor), largo en el flequillo y aún más largo a la altura de la nuca, engominado por un bombardero americano y al final de la serie, cuando muere el cabrón del padre, tipo «Corrupción en Miami» en su versión Don Johnson.
Y Luis Miguel canta y se toca el pelo, vuelve a cantar (ahora un bolero) y se estira el flequillo con las dos manos, y se acuesta con un montón de mujeres y se retoca el rizo mientras el aire no se le escapa entre el hueco de esos incisivos en los que nos perdemos todos lo que le veneramos, y su voz dice «miénteme como siempre» o «cuando calienta el sol aquí en la playa» o «échame la culpa de lo que pase» y en ese momento, juro que no es ninguna exageración, me fundo con él y hago mías sus erecciones… Porque es verdad, Luis Miguel me llega porque canta empalmado, como un ahorcado pleno de vida y sin cejas, irradiando la luz del sol de México, ese sueño erótico de la luna, demostrando por qué Raphael a su lado no es más que un muñeco de cera con un corazón de látex en la garganta, y me siento vivo, y…
Así es. Para todos aquellos que sienten algo parecido, tengo que decirles que tuve la oportunidad de verlo en Cap Roig el 13 de junio de 2018… y sí, estoy embarazado de un mes y muy felis.
Gracias, Luisito. Te amo.