¿Nosotras parimos, nosotras no decidimos?

La reciente votación en contra del aborto legal en Argentina ha avivado el eterno debate sobre un asunto que, escondido bajo el juego de la democracia, el verano y la fiesta, tiene una importancia determinante sobre todos nosotros, en particular sobre ellas. Porque, ¿quién se creen que son esos gobiernos para poder legislar sobre la vida, esa desconocida que incluye el inmanente derecho a vivir como queramos o al menos como podamos?

Es sorprendente. Un montón de tíos, de aspecto más bien grisáceo y mirada perdida entre el pasado y un futuro peor, afianzando (al menos durante un año) una ley de 1921, por la cual se obliga a las mujeres a dar a luz excepto en los casos que implique un riesgo para la salud de la madre o, y cito textualmente, en caso de «violación o atentado al pudor contra una mujer idiota o demente».

Y uno se queda un poco perdido entre el dolor y la furia, porque los defensores de esta ley, los mismos que aprueban privilegios a la Iglesia mientras se llenan la boca con la palabra asesinato, parecen tener la respuesta para el problema más difícil de todos, el mismo que se origina en torno a un óvulo fecundado por un espermatozoide que desde el primer segundo parece reemplazar a la masa de carne, huesos, alma y circunstancias complejas que le rodean, y a la que se amordaza porque claro, ellos saben mejor que nadie lo que les conviene a ellas. Dicho esto ahora deben seguir trabajando para evitar la barra libre de abortos en el país más avanzado de Sudamérica, ¡cómo si abortar fuera lo mismo que pedir una cerveza con una banderilla o comprarse una percha, por favor!

De alguna manera, mediante la ratificación de esta absurda legislación se acaba con la voluntad de esas madres -tan solo en el año 2016 murieron en Argentina 43 mujeres en un quirófano clandestino- y se da lugar al nacimiento de un movimiento internacional que tiene escrito en verde un axioma tan inapelable que se convertirá en el grito de guerra de todos aquellos que, defendiendo la vida, piden la legalización del aborto, los mismos que saben que un derecho no es algo que alguien te da, sino algo que nadie te puede quitar:

¡NOSOTRAS PARIMOS, NOSOTRAS DECIDIMOS… YA BASTA DE ROSARIOS EN NUESTROS OVARIOS!

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