Bicis, hoverboards, patinetes, segways… campo de batalla: la calle

El centro de las grandes ciudades siempre fue un lugar complicado para vivir y desplazarse: atascos, nubes de monóxido de carbono, mocos del color de la conciencia de Aznar, piel seca y ojos de Drácula con sobredosis de hematocrito, empujones, olores inimaginables escondidos en las axilas de los usuarios matutinos del metro… un sin vivir, y sin embargo, ¿quién no quiere probar suerte en la capital?

La hasta entonces no demasiado pacífica convivencia de sus habitantes ha ido encontrando otras trabas relacionadas con el precio de las cervezas y de los pisos, de las plazas de garaje, las manis sin género, el famoso suplemento del aeropuerto, la inexistencia de bancos de los de no sacar dinero, más manis del Forum Filatélico, las tasas del ayuntamiento, los campos de golf en lugar de parques, y sin embargo nada comparable a lo que se puede experimentar un día cualquiera en una acera de más dedos metros en una calle cualquiera de un Madrid actual cualquiera: gusanos de dos años con cascos y rodilleras sobre bicicletas con ruedines escoltados por padres sobreprotectores (véase aquellos consumidores compulsivos de literatura prenatal), runners (bueno, tíos y tías reflectantes por el carril bici), maduritos de pantalón caqui remangado en bici sin frenos con el móvil pegado a la oreja, señoras de ochenta años maquilladas como Nicki Minaj, hordas de americanos en segways intentando seguir a un guía peruano, Pablo Sotelo (1,81 metros) sudando en su Brompton tamaño Tyrion Lannister, calvos con hoverboards a treinta kilómetros por hora en dirección contraria, más calvos pegando carteles de «Franco no se toca» en la entrada de un sex-shop, los silenciosos Teslas… (recupero el aliento).

La lista es infinita y no para de crecer a la velocidad del progreso, y uno que monta en bici habitualmente, desarrollando unos glúteos de un planeta menos conflictivo, no puede evitar pensar que si el futuro era esto y que si la inteligencia artificial pretende eliminar una parte importante del peso específico del ser humano en las calles (y de paso investir a Puigdemont en el 2452), ¿qué será de los conflictos urbanos en forma de puñetazos? Y lo más importante, ¿los peatones deben circular por la derecha o por la izquierda?

La vida nos pasa por encima y lo hace usando energías renovables, lazos amarillos y monopatines.

 

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