Menudo pedo electoral… Hoy, lunes de resurrección tardía, nos levantamos bajo un brillante sol, nos quitamos las legañas con el dedo meñique de la mano izquierda y miramos por la ventana: la luz que todo lo envuelve nos impide ver una realidad hundida entre tanta euforia,
Y es que después de que muchos salieran a votar por miedo a que Santiago Abascal —martillo pilón de los progres— se convirtiera en el caudillo de la oposición, y a que se confirmaran en España los peores presagios de una Europa escorada hacia la intolerancia, parece que podemos respirar tranquilos, olvidándonos de que ahora, en el país del donde el fascismo rimaba con gaviota, la derecha se divide en subcarpetas, a modo de matrioskas con interiores cada vez más rancios.
Todo muy al gusto del consumidor. Si lo que quieres es llenarte la boca con patrias y ciento cincuenta y cincos, vota a unos. Si te apetece algo más amable, con un punto moderno, vibrante y actual, vota a los otros. En cuanto a los representantes de lo mismo de siempre encabezados por el mequetrefe de los Másteres Imaginarios… Pues parece que están buscando compañero de piso para compartir gastos en Génova junto a sus 66 (ex)populares representantes.
De una hemos pasado a tres por el precio de 147 escaños, proporción más que considerable para el país en el que, según James Rhodes, se vive mejor.
Será porque España, ese país dividido tradicionalmente en dos, levanta su copa de Rioja con la sensación de que se ha rozado el desastre y ha salido indemne por obra y gracia de un tal Sánchez. Hoy más que nunca España es diferente. Será porque sus ciudadanos tendemos a verlo todo medio lleno.
