Una cama es un universo rectangular alrededor de un sistema perfecto que se deteriora. Y no solo eso. En ocasiones el colchón duro o amarillento —nos vale también con una vieja manta llena de pelos de gato— actúa como un barrera de coral al margen del día a día, de la noche que antecede al amanecer y por lo tanto a la vida que regresa. Y en ese punto, lugar de encuentro y conflicto entre dos cuerpos desnudos y sudorosos, se produce el milagro.
Resulta que las palabras pronunciadas dentro de los límites de una balsa de aceite y látex nunca se pronunciarían en la calle o en el trabajo. Los amantes se miran a los ojos y reconocen que sus respectivos matrimonios no funcionan, que por eso huyen en compañía de alguien más extraño, que en horizontal y en una habitación extraña parecen reencontrarse con lo que realmente son, un poco más acá, menos allá, más ellos mismos… y las conversaciones fluyen de tal manera que se acaba diciendo más de lo debido porque en realidad ¿hay algo más parecido al viento que una cama? Después recuperan el ritmo cotidiano, se visten con cierta pesadumbre y vuelven retomar exactamente donde lo dejaron, al principio de algo que se parece poco a lo que realmente quieren.
Las parejas estables, en cambio, dejan de hablar antes de cerrar los ojos porque saben que a la mañana siguiente las palabras empleadas en el cuadrilátero multiflex regresarán a ellos como un sueño recurrente, y claro, nadie quiere volver a recordar lo que nunca se llegó a decir por culpa de la convivencia convertida en un acto repetitivo; pero hijo, ¿por qué quieres dormir siempre con nosotros? ¿De qué tienes miedo?
Son las 7:27. Estoy solo. Miro el techo manteniendo mis huesos hundidos entre las plumas de un colchón carísimo y lo compruebo: el tiempo se detiene y el mundo ahí fuera no me agarra por el cuello. Después de todo, ser bueno en la cama no es más que dormir del tirón y mantener la boca cerrada…

¿Para cuándo sobre el desamor en la madurez tardía y la más nefasta de sus consecuencias: la búsqueda intransigente -y frívola- de cualquier sustituto, lleve nombre de persona o de droga?
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Pues es curioso que me lo digas porque hace unos días tuve la misma propuesta por parte de una amiga. Lo trataré como se merece. Abrazo enorme.
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Creer como un loco en las coincidencias y agarrarse como un clavo. Gracias, Javier, por escribir cita tras cita. Más abrazo.
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Hay que creer, eso no podemos perderlo. Gracias por estar ahí y leer, leer y comentar. Beso enorme.
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