Así empieza lo malo cuando lo peor queda atrás. No. No estoy de bajón. Al contrario. A medida que el drama supera las peores previsiones y el mercado ya no es aquella mano invisible sino todo un cuerpo inerte con la muerte convertida en trending topic, comenzamos a intuir lo que podría suceder en los próximos meses, esos en lo que el sol es un punto de fuga tras el vidrio traslúcido de una Mahou al borde del mar. Y es que nos aferramos a la espuma. Siempre. Y así debe de ser.
Para empezar, el encierro podría prolongarse unas semanas. Pero ¿qué sucederá después? Según los científicos —el único ruido que merece nuestra atención—, la pandemia se superará o contagiándonos todos —46 millones de españoles sobre un total de 7.700 terráqueos—, o con el advenimiento del Mesías en forma de vacuna. Mientras llega —se calcula que para 2021—, las medidas de confinamiento se flexibilizarán progresivamente hasta que se supere el umbral de contagios, momento en que se impondría de nuevo el confinamiento social. Total, con el callo que tenemos ya…
Luego vendrán las medidas de seguimiento similares a las empleadas con el ébola, los datos de ubicación móvil para detectar raves y macroconciertos, y todo ese futuro tan manido à la Orwell + Huxley + Satisfyer. Pero eso ya es otra canción distinta al puto «Resistiré». La buena noticia es que en España nos contagiamos más rápido que en el resto del mundo, and the colored girls go: Doo doo doo doo doo doo doo doo doo.
