Ese peligroso verano de 2020

Querido Javi:

Te escribo desde la estación más cálida de 2023, a ti, mi yo de hace tres años, y lo hago con la necesidad de contarte que, a pesar de lo que pueda parecerte ahora, ese verano en tus ojos de mar imaginado no es tan malo. Ya sabes que la distancia y su memoria ayudan a entender el paso del tiempo, colocan en su justa medida lo que el presente se encarga de borrar, pero debes saber que vives el momento más relevante de tu vida. No te rías, solo piénsalo: por primera vez no es imprescindible fingir que estás pasando las mejores vacaciones en la mejor compañía, y eso, solamente eso, es la hostia.

Lo sé, la vida a medias se parece a una película sin sonido, a una especie de simulacro repetido cada sesenta segundos y, sin embargo, piensa en las posibilidades de tu ciudad invisible, del misterio despojado de ropa, de esa playa con olor a cementera y sin Tupper®. Ni siquiera el anuncio de Estrella Damm y su mantra estival que convierte el atardecer costero en demostraciones del etalonaje más forzado te dan ganas de ir a comprarte un bañador de oferta.

De alguna manera un poco extraña piensas en la salud de los demás y transformas la conversación sobre toallas con la reponedora de ojos de piscina del Carrefour en un acontecimiento, el intercambio de miradas tibias en un viernes noche de luna llena, la belleza de una frente, dos cejas y algo de pómulo en tu próximo artículo. Aquel verano no pudiste aparcar el barco en la playa y, en cambio, sobreviviste al gris de una tierra bañada en sol. Espero poder seguir siéndole útil en el futuro. Atentamente, Javi.

Ilustración: https://www.mariasvarbova.com/

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