Un 8M raro, nuevo

Ayer, Día Internacional de la mujer, sucedió algo raro, nuevo. Y recalco que se trata de mí y mi circunstancia, aunque pueda compartirse. En lugar de sumarme a las manifestaciones callejeras o en Internet, dudé. Primero por ser un intruso en el día de ellas y Roy Galán. Segundos más tarde, pensé que no colgar una bandera morada, verde y rosa en el balcón de mi perfil me convertía en enemigo de la igualdad de género, precisamente algo contra lo que me rebelo desde mi privilegio de tío que asiste a una revolución sin sangre, internacionalista y para todos. Entonces pensé en las grietas. Siempre surgen para dejar pasar la luz.

Algo está ocurriendo en los márgenes de lo invisible si el 8 de marzo nos empuja a una reflexión ligada a nuestra esencia de humanos empeñados en hacerse daño. Porque hablar de feminismo no consiste en hablar de mujeres, sino que implica señalar el día a día de un orden económico patriarcal a la deriva, hablar de cómo esta fuerza, percibida por muchos como amenaza, aspira al verdadero cambio. Y a los cambios siempre se adhiere la duda, precisamente porque nadie hace pie en lo desconocido. O eso quiero creer porque será mejor. Y útil.

Queda claro que esta nueva senda la construyen ellas solas, aunque podemos estar para fregar el suelo. Podrán equivocarse mejor, dar pasos en falso, nunca hacia atrás, pero este tren no lo para nadie ya que plantea una vida propia y al margen de la ya vivida. Esa autonomía que tanto nos asusta a los hombres es la clave para materializar una utopía con forma de libertad libre. De ahí que hoy mañana y el resto del año celebre un 8M raro, nuevo.

Ilustración: https://www.onlyjoke.com

¿Todavía no sabes por qué se celebra el 8M?

Todo comenzó con un «y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto y comió y dio también a su marido, el cual comió así como ella». Y a partir de ahí, tres pasos por detrás. Nefertiti trastorna a Akenatón; la reina de Saba pone en duda los dones del rey Salomón y va en busca del oro y sus ovejas; Aspasia de Mileto construye Atenas junto a Pericles pero se olvidan de incluirla en la placa conmemorativa; Cleopatra era la víbora que picó a César y Marco Antonio; Agripina se deshace de su marido para entronizar al pirómano Nerón. Y se señala a Pandora y su afición por las cajas de muerte y destrucción, a las sirenas y las mujeres de los deportistas cuando corren menos, a la Helena de Troya de las guerras en nombre del amor, a Melibea incitando a Calisto a hacer el mal…

¿Quién se acuerda de Emmeline Pankhurst, Ada Lovelace, Rosalind Franklin y Mary Wollstonecraft? La primera se empeñó en votar, Ada programó la máquina calculadora allá por 1842, la tercera fue pionera en el estudio del ADN y Mary se atrevió a dejar por escrito que «las mujeres no son inferiores al hombre por naturaleza sino porque no reciben la misma educación». ¿Y cuántos anónimos son mujeres? Jean Austen firmó «Sentido y sensibilidad» como By a lady, «Cumbres borrascosas» lo escriben Currer, Ellis y Acton Bell en nombre de las hermanas Brontë. Y por supuesto, la culpa de todo la tienen Yoko Ono y Corinna.

En el 2021 están cansadas de volver a casa con miedo, de ser juzgadas por querer una carrera profesional además de tener hijos y otro trabajo en casa, de ser consideradas una amenaza por atreverse a decir «no» y «yo también», de ser tildadas de violentas al proclamar el feminismo como alternativa al capital, de esos «esa es puta-puta, seguro» en la alfombra roja y las aceras, de ser acuchilladas. Si con todas estas razones sigues sin entender que cada 8 de marzo se celebre el «Día Internacional de la mujer», entonces eres el ejemplo perfecto del que ostenta un privilegio y aún no lo sabe. En realidad, todos los días lo son.

Ilustración basada en fotografía de Francesca Tilio

Prohibir la manifestación del 8M es una victoria

Madrid es la Sodoma de Europa. Aquí todos los días puedes brindar sin mascarilla mientras lo hagas en una terraza; coger el metro para sentir ese calor humano casi extinto; ir al gimnasio y confraternizar con el vulgo y de paso hacer culo; escoltar a negacionistas y excomisarios y fomentar la libertad de expresión de los que se escoran hacia la derecha de la derecha… eso sí, cuando ellas deciden salir a la calle para reclamar su derecho a caminar tranquilas de día y de noche se encuentran —¡qué casualidad!— con la prohibición de la Delegación del Gobierno. Y es que el 8M, Día Internacional de la mujer, siempre ha sido percibido como una amenaza para esa facción dueña de un miedo congénito a la fuerza de las mujeres y que se llena la boca con la tan denostada responsabilidad.

Porque las cosas cambian, sí, y además resulta que ahora lo hacen gracias a su empuje, siempre de manera pacífica, contra la distinción de géneros y manteniendo la distancia de seguridad. Es por tanto, que esta medida se percibe como una provocación, pero también como una victoria, precisamente porque implica razón y derecho en la lucha. Ya se sabe que, cuando la ley se sustenta en la parcialidad, algo huele a podrido en la Puerta del Sol y alrededores.

Resulta que las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes menos en la capital. Lo que parecen ignorar las autoridades es que el silencio tampoco lleva a ningún sitio y silenciar sin razones de peso sólo conduce a la ira. El feminismo será capaz de transformarlo, como viene haciendo desde el siglo XVIII, y encontrará la manera de ir más allá de la igualdad. Mientras llega, su eco se deja notar en los pasillos, en los colegios y en la vida al pasar. Este tren no lo para nadie.

Ilustración: http://www.lauraberger.com

Los ‘fachaflautas’ de Nuñez de Balboa

No faltaba nadie. Cayetano, Borja, Covadonga, Pelayo… todos a una, bien juntitos, exigiendo la dimisión de Sánchez en nombre de una tal ‘Libertad’ y luciendo los complementos del perfecto gilipollas: chaleco tacto-pluma, cacerola, hierro 8 y capa de España a lo Superman. Y es en ese momento cuando uno trata de entender por qué el estrato social mejor dotado para capear la crisis, ese que viste a su perrito, casado con un primo y con evidentes dificultades para pronunciar sin un ‘osea’ demuestra el comportamiento de un antisistema… con encefalograma plano, claro.

Resulta que los caminos del ‘fachaflauta’ de Nuñez de Balboa son inescrutables. Salen a protestar siguiendo los pasos del 8M con el agravante de que ahora saben cómo se propaga un virus que ha dejado 9.000 muertos en su ciudad, lo hacen —y lo seguirán haciendo— convencidos de que la policía no entrará en el barrio y la ‘chacha’ les espera con la cena lista, pero sobre todo lo hacen por ¡España!, ese régimen ‘fasciocomunista’ que les ha arrebatado su vida de polo y rentas vitalicias.

Es en momentos así cuando uno echa de menos el ‘procés’ y enviaría una remesa de Mossos d’Esquadra a repartir comportamiento cívico entre aquellos que ocupan el vértice alto de la pirámide, esos de las universidades de pago alérgicos al no y que han conseguido en una sola tarde lo que parecía imposible: convencer al resto de la sociedad de que no solo son una amenaza contra la estética, sino que ahora el único Balboa que merece respeto es Rocky I. La ‘cayetanización’ de la pandemia ha comenzado.

El Real Madrid pierde, las mujeres ganan

Parece ser que la vida, una sucesión de acontecimientos con tendencia a repetirse, siempre ha sido un juego de hombres y mujeres. Y no empleo la preposición contra porque creo que en ese partido —que se libra todos los días en un terreno de juego llamado mundo—, el protagonismo lo comparten los dos… pero tan solo los primeros acaparan la luz de los focos.

A pesar de la evidencia, en el deporte, las letras, cerca de las estrellas y a pie de calle, muchos hombres consideran que todas estas reivindicaciones feministas están fuera de lugar porque, si el sistema funciona, ¿para qué cambiarlo?

Resulta que la otra mitad, exactamente 3712 millones de mujeres, no comparte esa visión. Y no solamente eso, sino que sienten que deben de dar un paso al frente y decir bien alto que no les gusta lo que ven, que ya está bien de ser las guardianas de la clandestinidad, y que a veces, el todopoderoso Real Madrid, Victor y Victoria del deporte rey, tiene que aceptar la derrota y recapitular.

Es un hecho; las mujeres, «esas que se quedaban en casa con los niños», comienzan a ser una «amenaza» porque ya no tejen jerseys blancos para el invierno, sino que tejen cambios, algo que es percibido por el macho competitivo como una amenaza.

¡Hombres!; ignorad la realidad del 8M o si preferís parad un segundo, escuchad sus reinvindicaciones y —si así lo sentís— secundad la huelga. Pero estad tranquilos porque ellas no reclaman vuestras cabezas o dominar el mundo (tienen cosas más importantes que hacer), ni siquiera desean ejercer el poder sobre vosotros… sino sobre ellas mismas.