El sueño más loco

Ahora que los días se han convertido en el sueño recurrente del mono loco —vigilia rara sin rastro de Bill Murray—, las noches son el espacio perfecto para soñar otra vez… con manadas de monos bizcos. Porque si algo tienen claro los neurólogos es que, en este 2020, lo hacemos a todo color (en casa), y que los sueños —a pesar de las teorías de Jung y Freud— no contienen significados ocultos. Eso sí, lo que sucede últimamente en nuestra cabeza es una carrera de bobsleigh entre la razón perdida y la emoción dopada.

¿Cómo explicar entonces que cada vez que cierro los ojos y acaricio la fase REM suena «It’s the end of the world as we know it» mientras Hervé Jean-Pierre Villechaize me amenaza con un pato de goma? Para aquellos a los que no les diga nada el nombre, se trata del doble enano de Felipe González —en realidad era más bien un tercio del presidente—, famoso por aparecer en «El hombre de la pistola de oro» junto a James Bond y gritar «¡el avión, el avión!» en una serie de la ABC. El pato es 100% polietileno. Seguro.

Así es como algunos sobrellevamos este trauma humanitario, una manera de integrar en nuestra psique los mensajes televisivos cargados de unión y falsa esperanza, las ganas de montar en globo y ensuciar el monte, la falta de memoria y centímetros, lo mucho que nos apetece ponernos pedísimo con los colegas y lo poco que echamos de menos la Orquesta Mondragón, los expresidentes y la vida convertida en sueño.

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