Si solo fuera la bandera…

En este país, la derecha es experta en secuestrar símbolos. Y es que el problema de la bandera rojigualda, cuyo origen se remonta a 1785, es solo la punta del iceberg en un tira y afloja que, de momento, ganan esos patriotas a los que la muerte de Franco no dio sepultura. Lo abarcan todo, incluso las palabras. De este modo, fascista se emplea indiscriminadamente contra el votante de Podemos, la libertad es patrimonio del rico y el ejemplo más claro de dictadura es un gobierno socialista elegido en las urnas.

1906. Aquel año nace «Suspiros de España», pasodoble convertido en himno por la Piquer. Como siempre, el régimen se apropiaría de un género universal que terminaría engrosando el catálogo de la canción española. Serían Concha Buika y Miguel Poveda los responsables en gran medida de liberarle del yugo y devolver la copla al pueblo. ¿Y qué decir de los toros como fiesta nacional? En todo caso será para la minoría, es decir, los de las manifestaciones en coche, el chaleco de entretiempo y misa de doce.

Pero no solo se conforman con lo tangible, «El ojos verdes» y la estocada, sino que ahora, también se adueñan de la pandemia, reclamando para sí un espacio que no les corresponde, ignorando el trabajo del personal sanitario y ondeando símbolos que son de todos… cuando marca Iniesta. Esa es su estrategia: dividir y vencer. A la izquierda los del pijama en casa; a la derecha los españoles de pro. Cuando se enteren de que los «suspiros» son una confitura de avellanas quizás nos entreguen lo que es nuestro, de lo contrario habrá que arrebatárselo.

Ilustración: Federico García Lorca

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