«Todo por la patria». Muchos crecimos con esa frase. Estaba escrita en la pared del cuartel y la boca de supuesta gente de bien. Si ya el todo implicaba algo inconmensurable, la patria, lugar en el se ha nacido o al que se pertenece, era una entelequia. Porque, ¿dónde comienza o acaba si no es en la imaginación de cada uno? Puede ser una fosa, el mar, para otros el planeta entero, para una inmensa minoría un sinsentido y el origen de todo mal endémico. De ahí que celebrar su día venga envuelto en peleas y colores, los de siempre, y la sensación de que a alguien le interesa este enfrentamiento con forma de costumbre. Muy raras la patria y la hispanidad.
Queda claro que el orgullo tiene que ver con el exceso. Así se hace historia, equivocándose peor. Desde el aire nada hace presagiar tanto lío. Hay nieve, campos, los coches parecen hormigas y después de una montaña viene otra. Ni rastro de fronteras ni logros, de descubrimientos ni éxitos. En todo caso se le ganó terreno al verde, es decir, la civilización es prima hermana de la destrucción. Y riman. Que sea fiesta porque estamos vivos y podemos contarlo. El sol brilla.
Por esa razón habría que celebrar sin grandes despliegues, como mucho diez cervezas y a casa, acordarse de la Patri, esa chica gorda que me miraba desde el autobús como nadie me ha mirado nunca. Queda claro que hay que mantener vivas a las personas, también a los muertos, porque si la patria tiene mérito será gracias a ellos. Al final recurro a Ovidio, romano y además poeta: «El amor a la patria es más patente que la razón misma». Pues eso, un cuento español, otro cuento.

Buenos días, Javier.
Creo que, como bien dices, estas celebraciones se mantienen para seguir alimentando esas diferencias y enfrentamientos. Ya he dicho muchas veces que las fronteras son un fracaso de la humanidad, pero muchos se empeñan, no ya en seguir manteniéndolas, sino incluso, en agrandarlas.
Más allá de colonialismos, desfiles caducos y homenajes a banderas y símbolos, yo este día solo lo uso para felicitar a las Pilares, como las demás mujeres, soportes de nuestra sociedad.
De lo demás, hasta la cabra debe estar jarta de tanta tontería.
Un abrazo, amigo.
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Qué buen comentario, querido. Salí a la calle y había legionarios… sin cabra. Y sí, las Pilares son necesarias.
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