Las malas canciones, las redes sociales y su soledad carente de corazones que latan, los festivales gastronómicos ( en particular los de langostas), los blogs encabezados por frases tipo » me encanta viajar, disfrutar de una tarde lluvia y hoy el primer día del resto de tu vida», los Coldplay a partir del X&Y y por supuesto Gwyneth Paltrow en todas sus diferentes versiones, escuchar oír hablar a cualquier político que pronuncia repetidas veces la palabra ciudadanía sin que le brillen los ojos al menos en una ocasión, las bodas, MarwanAndrésSuarezIsmaelSerrano ( los tres son en realidad una sola persona con diferentes versiones capilares), observar que el Perito Moreno se deshace y nosotros solo pensamos en hacer ese viaje antes de que sea del tamaño de un cubito de hielo, Hillary Trump, Donald Clinton, el IVA cultural, la cara de Renée Zellweger en un espejo, ver comer a tu madre un filete crudo por culpa del Alzhéimer, la celiaquia convertida en una moda, el chocolate denso que acompaña a los churros con aspecto de un Cacaolat por culpa del exceso de leche, comprobar que los músicos unidos tienen la misma fuerza que la falange de Arjonilla ( pueblo de Jaén), darnos cuenta que, por mucho que lo intentemos, esto no lo para nadie, la juventud sobrevalorada, los vendedores de zapatillas de segunda mano transformados en nuevos magnates, el petróleo ( pensadlo: nos desplazamos a través de la combustión de animales milenarios), el cierre de la línea 1 de metro, los gatos sin pelo, los calvos con injertos, los fans de Bisbal, Too Fast Too Furious 1,2,3,4,5,6 y 7, el niño que para ser pez metió los pies en el río, los hombres en pantalones cortos, la felicidad extrema, las putas de Montera, Myley Cirus flotando en una piscina en Toluka Lake y lo peor de todo: saber que la lista de las cosas que nos ponen tristes es demasiado larga.