Epidemia de bloqueos en FB

Ahora que los gobiernos —de cualquier signo político— han demostrado su incompetencia para controlar una realidad desbordada, la población, principio y final en la toma de decisiones y sus consecuencias, imita determinados patrones de conducta, como si de alguna manera la aplicación de medidas geopolíticas a gran escala se impregnara en cada poro de nuestra casa. Es cierto; ellos mandan ahí fuera, pero en las redes sociales somos juez y parte, una democracia en la que nosotros tomamos las decisiones. Siempre. ¿Qué estás pensando?

Es por esta razón que en Facebook y Tinder se viene produciendo una ola de bloqueos sin precedentes, tsunami de totalitarismo casero camuflado en protección contra la pandemia de odio, fascismo recalcitrante, sobredosis de conspiraciones, bulos, listillos y alarmistas, censores de la diversidad de opiniones y un nuevo ejército de fervorosos creyentes que consideran este encierro como una oportunidad. Ocultar publicación y dejar de seguir.

Al hacerlo sentimos una calma desconocida, un chorro de After Sun emocional. Y de pronto, llevados por la infantilización de una sociedad amordazada nos creemos positivos asintomáticos, portadores del espíritu de la concordia hecha pacto de Estado. Quizás el verdadero desafío, además de ganarle el pulso a la muerte, sea volver entendernos, decir que no nos gustamos y, a pesar de ello, seguir caminando juntos, a un metro pero juntos. Has aceptado su solicitud de amistad.

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