Canciones alegres para suicidas

No hay nada más probable que la imposibilidad. Y es que, cuando sucede, los resultados pueden ser una epidemia… o un disco. Entre medias, una pequeña y firme voluntad. Porque estas cuatro canciones son el ejemplo perfecto de que se puede hacer aquello para lo que no se está realmente preparado. De otra forma, ¿cómo entender que Elena Lombao, campeona europea de  kayak polo en el cuerpo de una actriz, quisiera escribir y grabar canciones sin haberlo intentado nunca, confiando la producción y el  Pronto® a un escritor con cuerpo de músico?

Está claro que los mimbres no estaban ahí y, sin embargo, en menos de una estación corta la autoestima rimó en AABA, el miedo se transformó en cecina y fruta, el corrido fue ranchera espídica  y los dos — erectos ante la presencia de Martin Bruhn, Javier Geras y Juanjo Reig— nos dimos un sonoro abrazo frente al camello de la Plaza de los Mostenses. Lo habíamos conseguido. Sin prisas ni plazos, con poco dinero y más ganas, como se hacen las cosas que merecen la pena.

En realidad, este «Canciones alegres para suicidas» no es un EP, sino más bien un disco corto en el que las canciones son de la gente, aunque no haya nadie escuchando al otro lado; alegres porque las buenas cantinelas, aunque sean tristes, nos dan razones para encender la luz; para porque es la preposición que se hace cuerpo en Sufrida y suicidas porque la Lombao también es Calo, aunque tampoco pinte sueños y se dedique a cantar pétalos. Ahora son vuestras… pero también un poco mías. Hoy a la venta, mañana en Spotify, pasado ya veremos.

Ilustración: http://www.rikiblanco.net

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