Desde hace semanas se ha instalado en muchos hombres la creencia de que la vuelta a las calles significará tres cosas que en realidad son dos: disfrutar del verano a tope de gama, el regreso de la piel y los escotes en aceras y terrazas y un montón de mujeres ávidas de sexo tras un tiempo de encierro y castidad P2P. Pensar en ese posible escenario les brinda la oportunidad de encontrar el paraíso perdido en la tierra, aunque ahora exija llevar mascarilla a todas horas. Incluso durante el coito.
Así es como en mis paseos vespertinos del despacho al Carrefour vengo observando determinados comportamientos entre la facción masculina que afloran con más fuerza que nunca. Los «oye, guapa, ¡cómo te quedan esos shorts!» se alternan con un «¡joder, qué bien hueles, reina!», y los viejos que se dan media vuelta y resoplan ante el paso de una estudiante de psicología proliferan al ritmo con el que las calles recuperan el aspecto de siempre, el de espacios comunes donde muchas mujeres no parecen sentirse nada cómodas.
Por fin es viernes. La promesa del fin de semana nos alegra un poco esta semana zombi y quizás sea el momento idóneo para recordar a todos esos usuarios del piropo callejero que se abstengan o utilicen las normas de distanciamiento, precisamente para dar rienda suelta al verdadero sueño húmedo de ellos y ellas: el halago siempre sobra y más si no es pedido; en la cama también se folla con palabras. No seas imbécil y cállate.

Lo interesante es que la estudiante que pasa sea de Psicología. Así, ese pasar fugaz ante el piropo, se desarma fácil en la cabeza. Jajajaja. Me ha encantado ese apunte, rey. Me gusta seguir tu blog! Bravo!!
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¡Es que todas las chavalas que pasan por mi calle son psicólogas! La escuela está al lado. Gracias por leerlo y comentar. Abrazo enorme.
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