El otro lado del dolor

Cerró las ventanas hinchando los pulmones. Las cortinas fueron migas en el aire. Se apagó la calle Atocha al otro lado. Cualquier lugar puede ser el centro de la Tierra, una habitación cercada por una vela que convierte esquinas en arena, un colchón. Entonces me pidió que me tumbara. «Aquí, entre mis piernas. No, tonto, de espaldas». Obedecí. A veces, uno se pierde en la penumbra, en la piel del otro, reflejo de aspiraciones fieramente humanas. Sus dedos en mis sienes, el movimiento concéntrico, lento, sin despertar a los pájaros. Resulta que el dolor prolongado otorga dignidad, la de los viejos. Con ella, la idea de que solamente el placer nos hará felices cuenta mentiras.

Disfrute y fruición, búsquedas de euforia y material idílico… todo eso sirve si cerca, agazapado, hay un contraste. ¿Por qué deseamos lo que deseamos? Porque podemos perderlo, incluso algo peor: olvidarlo. Con la aflicción y el desgarro se construye el vínculo que nos une a la realidad, la de los días y su afán, más aún cuando la pena mengua y recompensa con momentos cotidianos con fondo y forma de milagro. Esos dedos fueron una ofrenda que pudo pasar desapercibida en circunstancias más favorables. No es el caso, sino el tacto.

La pena sin mitificar se parece a una meditación sin gurús cerca. Nos hace conscientes del hueco que ocupamos en el tiempo, de la falta y el latido. Si hemos sufrido reconocemos el otro lado, vivimos lejos de las pantallas, de ahí que apreciemos un rastro de hormigas o la voz de Sade cerca, muy cerca. Luego están ellos, los amigos que preguntan, una hermana, madre con voz de preocupada y mar al fondo, raíces a salvo del incendio. Vuelvo a esa habitación mirando el techo, o ella vuelve a mí observándome desde lo alto. Entonces agradezco con más fuerza el hecho de seguir, aquí y ahora, todavía. Será porque ya duele algo menos, será por esos dedos mientras el mundo gira, gira y gira.

Ilustración: Guy Billout

5 comentarios en “El otro lado del dolor

      1. Woooooooooooooooooowwwwww
        😱😱😱😱
        Uno, que es torpe por naturaleza y por afanoso entrenamiento, pensaba que estaba escuchando un vídeo complementario para ilustrar tus palabras. De hecho, me sonaba a Jorge Drexler, un artista que me encanta y escucho de vez en cuando. Pero noooo, noooo, es el mismísimo Javier Vidal poniendo letra, música y voz a esta preciosísima canción. Y liderando un grupo que no conocía y que ahora, por supuesto, seguiré. No porque sea el tuyo, que ya es interesante, sino porque me gusta la música que hacéis. ¡¡¡Felicidades!!!
        Ya conocía tu prosa-poética escrita y ahora la conozco cantada. Gracias por el regalo, me encanta descubrir nuevos talento. Aunque ya llevéis 12 años, creo, en escena. Nunca es tarde.
        Un abrazo enorme.

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      2. jajajaja. Así son los descubrimientos: inesperados. Me tomé en serio lo de escribir porque después de tantos años nadie nos hacía mucho caso en esto de la música. Así me quedé, el más escritor entre los músicos y el menos músico entre los escritores. Este año retomamos los conciertos. Te espero y estás invitadísimo.
        P.D.: Drexler es mejor, pero yo sé menos cosas y molesto menos.

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