Puedes verlo en los ojos de la gente: «pero que sea fácil», repiten. Entonces resulta inevitable pensar en el qué, porque, excepto la muerte, pocas cosas vienen dadas. Y menos aún las importantes. Con facilidad se adquiere lo preciso en la vida, aunque tendamos a confundir comodidad con fluidez entre tantas dificultades adquiridas.¿Alguna vez una relación fue fácil? ¿Fue fácil tocar el Preludio No. 1 de Bach en Do mayor? Define la palabra fácil. La facilidad es un destello, un poder, la esperanza de un mundo en el que todo es sencillo menos compartir espacio, aire, día a día.
Normalmente, este «que sea fácil» viene acompañado de una fotografía en un campo de lavanda. Fue fácil porque invertiste tiempo y cuidados en convertir una pista de hielo en un sillón orejero. Sucede lo mismo con las plantas. Necesitan música por los pasillos de casa, luz de lado, agua, palabras de ánimo, inquilinos que bailan frente a la ventana. De lo contrario, se marchitan o algo peor: mueren de pena. La facilidad nos llega con el hábito. Y el sol florece.
Cuando sea mayor todo será fácil. Mientras tanto, dedico el tiempo a entender ese empeño por la facilidad, convencido de la importancia del obstáculo. El peldaño como montaña, el charco a nuestros pies como océano, una nota preludio del silencio. Nada que ver con complicarse, sino con la certeza de que esquivar la traba nos traerá problemas. No quiero nada difícil, pero tampoco olvidarme de esta máxima: «es fácil amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar». Tan sencillo como eso.

Ilustración: Guy Billout